>GRISELDA BLANCO

La 'reina de la coca' colombiana

EL MUNDO

Despiadada, audaz, ambiciosa, sanguinaria, Griselda Blanco se convirtió en un mito en el universo del hampa porque tenía la misma sangre fría y determinación que el peor de los criminales. No sólo fue la mujer que impulsó la carrera de Pablo Escobar en el mundo del narcotráfico, también inventó una modalidad de asesinato muy extendido entre los matones: disparar desde una moto. Y fue de esa misma manera cómo un sicario le segó la vida con dos certeros tiros en la cabeza. Tenía 69 años y llevaba la misma existencia discreta y tranquila de cualquier jubilada.

Su primer crimen, sin embargo, lo cometió ella misma a pie y a quemarropa. Tenía 11 años, un entorno de miseria y una pandilla de desarrapados dispuestos a todo. Intentaron secuestrar a un niño bien para ganar unos pesos pero les salió mal la jugada. Ante las complicaciones que surgieron, decidieron deshacerse de la víctima. La niña cogió una pistola y ejecutó al cautivo de un disparo.

Hija de prostituta, siguió por los bajos mundos y en ellos encontró a quien sería su primer marido, un delincuente especializado en robar carteras y falsificar pasaportes, apodado Pestañitas. Con él tuvo tres hijos aunque aún no había cumplido los 20 años. El hombre falleció de cirrosis y su lugar lo ocupó otro hampón pero de más anchos horizontes, Darío Sepúlveda, dueño de algunas rutas de tráfico de cocaína hacia Estados Unidos. De la unión nació Michael Corleone, nombre que Grisela le puso en honor del personaje de ElPadrino, que veneraba.

A ella misma le apodaron La Madrina aunque unos dicen que también La viuda negra porque al igual que el primero, el segundo marido murió siendo aún joven. Griselda aprovechó la circunstancia para multiplicar la herencia, conquistar poder y fama y ampliar su vasto prontuario.

Cuando se le quedó pequeña Colombia, se instaló en Estados Unidos. Allí recibiría un cargamento que sería legendario: el primero que remitía Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín, al país del norte a bordo de una pequeña avioneta que el capo instalaría años más tarde en el portón de su Hacienda Nápoles en homenaje a aquél viaje.

Agregar otros reinos mafiosos al suyo y conservar sus territorios delincuenciales intactos le lanzó a una vorágine de crímenes y guerras interminables. Aseguran que mandó matar unas 250 personas, algunas con sicarios a bordo de motos y otras de maneras horrendas. Nunca le temblaba la mano y sus ansias conquistadoras se antojaban insaciables, pero tanta muerte y sus extravagantes y costosos lujos atrajeron la atención de las autoridades.

Su reinado terminó de manera brusca en 1985, cuando la detuvieron en Los Ángeles, después de pisarle los talones por más de un lustro. Condenada a 60 años de cárcel por asesinato y narcotráfico, consiguió rebajar a 20 la pena colaborando con la Justicia, que no fue otra cosa que convertirse en soplona. Revelar datos de antiguos socios le costó la vida de Michael Corleone. También otro de sus retoños, que siguió sus malos pasos, murió asesinado.

En 2004 regresó a Colombia tras cumplir su sentencia. Se instaló en un piso de un barrio caro de Medellín, la ciudad a la que había llegado de niña con su madre. Parecía que se habían olvidado de ella, que moriría en la cama como una anciana venerable, pero eran tantas sus deudas de sangre que alguien pagó para matarla.

Hay distintos proyectos para llevar su trepidante existencia a la pequeña y gran pantalla. Paramount, la cadena HBO o la actriz Jennifer López andan detrás de su historia.

Griselda Blanco nació en Santa Marta (Colombia) el 15 de febrero de 1943 y murió en Medellín (Colombia) el 3 de septiembre de 2012.