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EL CORREO CATALÁN

Indexar, lo llaman

RAÚL ARIAS

Querido J:

En casa hemos celebrado mucho la decisión del gobierno alemán de obligar a Google a pagar por las apropiaciones indebidas de los contenidos de los periódicos. Estábamos brindando, una vez más, por frau Merkel cuando llegó la noticia:

Miguel Bosé: «El 15-M va a tener las riendas de este país»

Sí, muy preocupante, en efecto. ¡Como si este fuera un país de burros! Recordarás, además, cuando los quincemesinos pusieron a Bosé a caerlo, precisamente, por decir que iba a largarse de este país si sus derechos de autor no podían garantizarse. Pero no es el paso de Bosé al copyleft lo que me interesa si no lo que empezó a pasar con la frase.

Su origen era una chispeante entrevista de Darío Prieto en la última página de este periódico donde te echo las cartas. Ningún fragmento de la entrevista podría ser reproducido por Google porque solo se publicó en papel y en el digital Orbyt, que está cerrado al rastreo del buscador. Sin embargo, una declaración de semejante impacto desbordó pronto todos los diques, empezando por los propios desbordamientos filantrópicos que Orbyt patrocina a través de las redes de arrastre. Pero dejemos eso ahora. Lo cierto es que en un suspiro la noticia estaba ya en dos periódicos digitales, donde se reproducía destacadamente el retorno de Bosé al Séptimo de Caballería y algunos otros contenidos chispeantes. Todos esos periódicos citaban la fuente. Pero sin incluir un link a Orbyt, no fuera alguno a caerse y pagar.

Lo mejor, sin embargo, estaba por venir. A los pocos minutos de estar en los diarios digitales llegaba el animalito replicador de Google News. ¡Zas! Bosé ya estaba en todo lo alto de la home del agregador. La fuente no era Orbyt, sino uno de los diarios digitales. Es decir.

1. El periódico paga por una frase de Bosé.

2. Una web la copia.

3. Google copia la web. Lo llaman indexar, con gran elegancia.

4. La web cobra el tráfico que le envía Google.

5. Google cobra por los anuncios que lleva la frase de Bosé.

6. El periódico está muy contento por el éxito que ha tenido la entrevista y se dispone a poner como lema de su casa la vieja sentencia catalana: Pobrets i alegrets!

Comprenderás que este proceso que te describo no es un caso aislado, sino un caso que sucede todos los días y que ejemplifica las insólitas dificultades de un modelo periodístico de pago. A veces estas dificultades llegan al punto grotesco de crearlas la propia empresa que organiza sus modelos de pago. Como en el curioso caso de la competencia. El diario El País fotocopia en su kiosco digital la edición impresa, pero ofrece sus contenidos gratis en la web y en sus aplicaciones para smartphones. La verdad: nunca pensamos que de los periódicos acabaríamos pagando filetes y corondeles.

Es posible que la decisión alemana favorezca la recuperación del negocio periodístico. Pero tengo mis dudas. Hace algunos años los medios informativos, periódicos y no, abrieron la caja de Pandora y decidieron volcar su contenido en la red. No es cierto que lo hicieran gratuitamente. Lo hicieron fiados a un cálculo. No digo que en ese cálculo no tuviera su importancia la pueril vanidad que nos caracteriza, ¡los recatados no sirven para este oficio!, y ese ansia de tener lectores que va mucho más allá de lo comercial y que es puramente fisiológica. Pero fue un cálculo: se creyó que la publicidad pagaría y que el coste de que Miguel Bosé dijera que los quincemesinos van a dominar el mundo lo pagaría con creces la red de links que apuntarían al lugar seminal de la frase. El cálculo ha fracasado estrepitosamente. Las ediciones de papel, en puro papel, aún sostienen cerca del 80% de los ingresos de las empresas periodísticas españolas, en los contados casos, naturalmente, de que sus ediciones digitales aporten algún ingreso relevante.

El cálculo falló, pero el Mal ya salió de la caja. ¿Quién vuelve a meterlo? ¿La Ley, la Política, la Moral, la Policía, el Mercado, el Tablet? Será duro y lento. A lo peor es demasiado lento. Como sabes perfectamente, yo soy un gran optimista. Pero en vida. En cualquier caso el menor avance necesitará de un gran acuerdo previo. A veces observo Orbyt, que mal me está decirlo, pero es el modelo de pago mejor orientado de la prensa europea, y me recuerda un coffee-shop de Ámsterdam, antes de que los medios cerraran. Un coffee-shop de Ámsterdam, de la buena época, solo e inerme frente al narcotráfico. Cualquier iniciativa que emprendan los periódicos a favor de sí mismos deberá ser conjunta o no será. Una vez la droga se ha extendido ilegalmente, no se puede legalizar su uso en un solo país.

Los periódicos afrontan una situación que nuestro amigo Carlos Garriga me describió la otra mañana perfectamente: «Cualquier noticia que se publique llega a internet. Una vez allí no es seguro que el que la descubrió, escribió y publicó gane dinero con ella. Pero cuando llega a internet Google gana dinero con ella, eso seguro.»

Una cierta ingenuidad sostiene que Google se avendrá a un acuerdo con los periódicos, porque al fin y al cabo su News vive de ellos como su Maps vive de los mapas. Hummm... Hay aquí una gran confusión. Google no vive de los periódicos. Ni siquiera de las noticias. Google vive de los titulares. Es ya una evidencia que internet-según-Google permite el acceso inmediato a una información fácil o de baja calidad. Durante la gran época los periodistas ya sospechábamos que lo que escribíamos bajo los titulares o al margen de los destacados concitaba un interés minoritario. Pero no sabíamos hasta qué punto. Es probable que haya que agradecerle a Google la revelación de nuestro auténtico lugar en el mundo.

Sigue con salud.

A.