No somos como ellos

«- Nosotros somos los buenos, ¿verdad, papá…? Tú lo dijiste, nosotros portamos el fuego. «Nosotros nunca comeremos a nadie, ¿verdad, papá?

- Naturalmente que no.

- ¿Ni aunque nos muriésemos de hambre?

- Ya nos estamos muriendo de hambre, hijo». La carretera, de Cormac McCarthy.

No hace falta que digamos cada día que nosotros no somos como los etarras; no hace falta que justifiquemos las razones de los demócratas ante las sinrazones de los terroristas que cumplen penas de prisión por atroces crímenes contra inocentes seres humanos; no hace falta que pidamos perdón a diario por exigir que la ley se aplique para hacer justicia y no para que se beneficien de ella los que la combaten con fuego y terror; no hace falta que demostremos a nadie que los terroristas son los malos y los demócratas los buenos.

No hace falta que expliquemos en cada momento que las víctimas son todas inocentes y los verdugos todos culpables; no haría falta que explicáramos que el reglamento penitenciario no obliga a ningún Gobierno a mandar a su casa a criminales por muy terminal que sea el estado de su enfermedad; no haría falta decir que no pueden morir con dignidad, ni en su casa ni en ningún otro lugar, quienes han vivido sin ella.

Pero sí hace falta recordar que ya hemos vivido un suceso como éste en el que los terroristas se declaran en huelga de hambre para solicitar la libertad de uno de los suyos; cabe recordar que aquel episodio fue también un chantaje a la democracia, del que el Gobierno del PSOE fue destinatario y protagonista, y que fue justificado por «razones humanitarias»: exactamente lo mismo que ha hecho el Ejecutivo del PP.

Me niego a aceptar que la exigencia de justicia sea tachada por las almas puras de afán vengativo. Me niego a formar parte de toda esa gente tan «buena», tan pacifista, tan «demócrata» que cree necesario justificarse diariamente ante los enemigos jurados de la democracia.

Naturalmente que no somos como ellos. Y por eso, nosotros exigimos que caiga el peso de la ley contra los enemigos de la democracia, contra los verdugos de los ciudadanos inocentes, contra los que nos han arrebatado tantos años de libertad.

Claro que no somos como ellos. Por eso defendemos nuestras instituciones contra las bombas y contra el chantaje. Por eso, porque no somos como ellos, no queremos empates entre el bien y el mal; queremos que triunfe la ley contra la barbarie. Porque no somos como ellos les plantaremos cara hasta el final y no pediremos perdón por no darles tregua.

Obviamente, no somos como ellos; por eso nos matan.