LA VIEJA EUROPA / HENRY KAMEN

La Alemania que secunda a España

LUIS PAREJO

UNA NACIÓN que sitúa su orgullo como la principal de sus prioridades está condenada a la extinción. La anterior Administración española consideraba que su orgullo no le permitía aceptar apoyo financiero de otros, y en consecuencia condenó al Gobierno actual a la todavía mayor humillación de implorar ayuda. Es en momentos como éstos que uno debe reflexionar sobre el famoso concepto del orgullo castellano. Desde la época del pícaro en adelante, numerosos comentaristas de todas las naciones han convenido en que el orgullo español fue el aspecto más irracional de la mente ibérica. Ese orgullo se ha visto acentuado aún más por miedo a que España se hunda en una en una depresión de la cual nadie pueda ser capaz de rescatarla, incluso con enormes préstamos de la Comunidad Europea. Sobre todo, secciones de la prensa parecen mirar a Alemania como la causa de los problemas de España. Un periódico nacional proclamaba que «Alemania es una de las culpables de la burbuja inmobiliaria española» y que «las críticas a Alemania por su postura ante la crisis europea arrecian por todos los frentes».

Hoy Alemania está en una posición para ayudar a España, y es absurdo pretender lo contrario. Sufriendo la más alta tasa de desempleo de Occidente, casi la mitad de la población joven de España no tiene esperanzas de encontrar empleo. Hablaba recientemente con un conocido mío cuyo hijo está planeando ir a Alemania en busca de trabajo. El problema es que quienes se van tal vez nunca vuelvan, porque las condiciones de empleo les ofrecen un futuro en Alemania que nunca habrían podido encontrar en España. Lo mismo ha ocurrido con otros jóvenes españoles que han ido a trabajar a otros países. Su propio país les ha fallado, y no tienen otra alternativa.

Sin embargo, la diferencia con la nueva emigración es que Alemania ahora está buscando personas cualificadas, no sólo mano de obra como en la década de los 60. El sistema educativo español, que no es uno de los más eficientes de Europa, ha sido incapaz de formar a sus jóvenes debidamente, por lo que tienen que ir a otros países para completar sus carreras. Lamentablemente, no están equipados para trabajar fuera. La mayoría no sabe inglés, y no tiene conocimiento de alemán. Eso puede ser crítico para encontrar un trabajo, ya que los dos principales países que buscan trabajadores jóvenes son el Reino Unido y Alemania. España es el país europeo con el menor nivel de conocimiento de inglés, lo que garantiza una situación de desventaja. Sin embargo, aparte de la necesidad de idiomas como el inglés y alemán, Alemania ha comenzado a ser más flexible sobre las calificaciones de profesionales extranjeros residentes en su territorio. Es una política que ofrece esperanza a los jóvenes españoles. Según las cifras que maneja el Ministerio de Educación alemán, los alemanes necesitarían cubrir entre 500.000 y 800.000 puestos especializados. Alemania será así el primer país europeo en lanzar una propuesta intensiva para captar el talento a nivel mundial. Los datos del mercado de trabajo alemán revelan que ocupan el segundo puesto en oferta de puestos dentro del marco europeo. Según los últimos datos, tienen más de 260.000 vacantes, cifra sólo superada por los 380.000 puestos libres de Gran Bretaña.

Sabiendo estas condiciones, es obvio que los jóvenes ingenieros españoles ven una oportunidad en Alemania que su propio Gobierno no puede darles en casa. Desde la Revolución Industrial, España siempre ha dependido de otros países, especialmente de Gran Bretaña, por su funcionamiento técnico, y éste no es el momento de dejar que el famoso orgullo español intercepte la ayuda alemana.

En suma, es un absurdo que algunos periódicos consideren que los problemas económicos y culturales de España son culpa de Alemania. Es como tratar de mirar el mundo patas arriba. La política de Alemania en cuanto a las altas finanzas es sólo una parte de un programa que a la larga puede ayudar a salvar no sólo a Europa, sino también a España. La oferta de ayuda a los jóvenes profesionales es parte de ese programa, y Alemania puede hacer más que cualquier otra nación para ayudar a la verlorene Generation, la generación perdida de los españoles. Es lo que algunos alemanes llaman el Angela-Effekt, la política positiva de Merkel hacia la muy desfavorable situación económica que vive España. Ya hay muchos jóvenes que han aprovechado las nuevas posibilidades. «Somos los nuevos Gastarbeitern», dice a la prensa alemana Paula Barceló de Málaga, que trabaja en Alemania. «Sólo que nos traemos un portátil y un diploma y no una caja de cartón con sardinas enlatadas como los emigrantes de los años 60». La cooperación entre países es una fuente mayor de progreso que el obsoleto orgullo nacional.

Henry Kamen es historiador británico, su último libro es El rey loco y otros misterios de la España imperial. (La Esfera de los Libros 2012).