Adiós a un mes maldito

No parece que Manuel Díaz, Rivera y Fandi tengan menos tirón que otros astros: tres cuartos de plaza. Y además Fandi cortó una oreja en Las Ventas con lo cual es un notición; otras peores se han visto. Tarde de examen de conciencia tras un mes de corridas. Digan lo que digan, ¿qué van a hacer a partir de ahora las multitudes que poblaron los tendidos día a día? ¿Qué haremos sin esa solidaridad tragicómica de un mes de penitencia? Por fortuna, siguen las exposiciones culturales; la de Noelia Jiménez y Javier Arroyo en la Sala Antoñete, sobre literatura y toros, espléndida de idea y magnífica de materialización óptica; y sigue la de Catalá Roca, con Guardia Civil y todo, deteniendo a un torero incumplidor. Catalá Roca es toda una historia.

Los del 7, tan demonizados y tan inocentes en su cruzada irreductible, nos han llevado a Antonio Lorca y a mí a hablar mal de la Feria de 2012, la peor de los últimos 30 años: más fácil, imposible. Lo peor del coloquio, la denuncia de un aficionado, Julián Carretero y su hijo, amenazados con 8.000 euros de multa y dos años de cárcel por «defender la Fiesta» en Colmenar Viejo, según propia confesión. Mal debe de ir Colmenar y mal están las cosas cuando la Policía, en vez de trincar a ladrones y corruptos, se lleva a los aficionados, les sacude estopa, y les deja el cuerpo como un mapa lleno de cardenales. Prefiero los civilones de Catalá Roca.

Y, puestos a preferir, prefiero la alegría deportiva de Fandi, la seriedad infecunda de Rivera y esa sonrisa perenne de Manuel Díaz. A la entrada Chuco Varona y Alfredo Otero hacen de guías de dos hispanos de Florida en el laberinto de Las Ventas. Otero, con Ignacio Cía y Luis Abril me señalan erratas de mi libro Tauromaquias, que no pienso descubrir ni dedicarles la segunda edición. El que quiera saber que pase por taquilla; Tauromaquias es más divertido que muchas tardes isidriles.