De Tierno a Cayo Lara

Escenario después de la batalla: Juan Rosell (CEOE), en sintonía con el Gobierno socialista, con otras voces aparentemente distintas, piden a Mariano Rajoy que desvele su proyecto político. Exigencia grosera por antidemocrática, al escamotear y despreciar al único y legítimo primer destinatario de cualquier programa de gobierno, el pueblo soberano, a través de sus representantes elegidos el 20-N. Y desde la teledirigida y monocorde malla mediática se transmite la sensación de que todo sigue igual: hablan los mismos, los mismos jurados bufos premian a los mismos.

Mientras, José Blanco y sus gasolineras, 'Teddy' Bautista y la SGAE en su apoteosis de rapiñas y su pensión vitalicia de más de 200.000 euros; el espía Paesa, que vuelve con el caso Roldán en su enésima resu-rrección. Ante las trabas que encuentra la libertad de prensa para investigar, relatar, analizar, opinar sobre tal museo de los horrores, quedan pocas alternativas, salvo la de recurrir a la melancolía. O vindicar para la izquierda la recuperación de antiguos discursos éticos y una estricta praxis de austeridad y moralidad públicas que los socialistas harían bien en explorar.

Venturosamente, se oye ya alguna voz distinta. Cayo Lara, líder de la renacida IU, que entrega al Congreso el busto de Manuel Azaña que Isabelo Herreros (Izquierda Republicana) conservó durante años, ha renunciado -con otros diputados de la coalición- a la cuantiosa y no sé si muy ejemplar pensión que otorga la Cámara.

Este diario informaba hace días de la reedición, por parte del Ayuntamiento de Madrid, de los famosos Bandos del mítico alcalde Tierno Galván. La iniciativa puede llevar a confusión: un Viejo Profesor demasiado festivo y burlón, precisamente ahora, que llega a las librerías el Tomo VII y último de las Obras Completas de Tierno -editadas también por el Ayuntamiento madrileño-, más de 9.000 páginas del que es ya considerado como el intelectual de la izquierda española más relevante del último medio siglo.

El director de la abrumadora crestomatía -en la que también ha participado modestamente este columnista- no es otro que Antonio Rovira, catedrático de Derecho Constitucional, quien, tras años de ardua tarea de investigación y recopilación, aún se siente deslumbrado por la colosal obra del VP, desde el ensayo sociológico o sus lúcidas críticas en torno al Siglo de Oro -sus Bandos, en un gozoso castellano antiguo- a su condición de pensador, a «reeditar en clave moderna a los clásicos del pensamiento político, Montesquieu, Spinoza, Hobbes, Rousseau, Hume… Traductor de Wittgenstein y su Tractatus…» (Leer, número 228, Dic. 2011).

Hace días participé en la fundación de la Asociación Tierno Galván dirigiendo un debate en el Ateneo de Madrid con los socialistas Dionisio Llamazares, Victorino Mayoral y Enrique Tierno hijo, presidente de la asociación, junto al teólogo erasmista E. Villar. Alguien evocó una frase que Tierno me confió en su casa, un atardecer de 1977: «No se puede ser millonario y socialista al mismo tiempo». Eran otros tiempos.