PHILIP SEYMOUR HOFFMAN

Rodeado de 50 papelinas y 20 jeringuillas

Todo apunta a una sobredosis de un tipo de heroína: ‘As de corazones’

Las luces de las marquesinas de Broadway se apagarán este miércoles por la noche en homenaje a Philip Seymour Hoffman. Sus vecinos repiten incrédulos que era muy querido en el barrio. Y el crítico del New York Times dice que Estados Unidos ha perdido a su mejor actor.

Pero ni algunos íntimos sabían el agujero de drogas y desesperación en el que se había metido Hoffman en el último año. Un amigo guionista, David Katz, encontró el domingo por la mañana el cadáver del actor tirado en el suelo del baño y con una jeringuilla en el brazo izquierdo. Hoffman iba vestido con una camiseta y unos calzoncillos y aún llevaba las gafas puestas.

La policía encontró decenas de papelinas de heroína en la casa del West Village donde el actor vivía desde el otoño, a pocas manzanas de la casa de su novia durante 15 años, Mimi O’Donnell, y sus tres hijos. La pareja tenía en los últimos meses una relación intermitente, según amigos y vecinos.

Los agentes contaron entre 50 y 70 papelinas, según el Wall Street Journal y el New York Post, y también encontraron más de 20 jeringuillas usadas en un vaso de plástico, una cucharita quemada y medicamentos, entre ellos uno para luchar contra la adicción a las drogas.

O’Donnell explicó a la policía que la última vez que vio a Hoffman con vida fue el sábado por la tarde y entonces le pareció que estaba «colocado», según el Journal. Cuando, al día siguiente, el actor no acudió a recoger a sus hijos a las nueve de la mañana, como habían quedado, ella se alarmó y llamó a Katz en busca de ayuda.

La policía de Nueva York ha lanzado ahora una operación para encontrar al camello del actor. Conoce la marca de las drogas, identificadas con dos sellos, un As de Espadas y un As de Corazones. No ha confirmado si la heroína encontrada es del tipo de las adulteradas más mortíferas detectadas en Estados Unidos en los últimos meses en la Costa Este.

Sus amigos están conmocionados y repiten que Hoffman había pasado un bache hace unos meses, cuando se metió en una clínica de desintoxicación, pero ahora estaba sobrio y volvía «a ser él mismo», como dijo Katz, el amigo que encontró su cadáver. O’Donnell, se puso a gritar desesperada al descubrir la noticia. Entró en la casa del actor, pero no la dejaron llegar hasta el baño para ver el cadáver.

Colegas y críticos elogian la trayectoria de Hoffman, premiado con un Oscar por Capote en 2006 y muy activo en la escena teatral neoyorquina. Su pareja era directora artística de un teatro del barrio y él había triunfado en 2012 con Muerte de un viajante en Broadway. Su última salida pública fue la semana pasada, para ver Esperando a Godot, protagonizada por Ian McKellen y Patrick Stewart.

«No sólo hemos perdido a un muy buen actor. Tal vez hemos perdido al mejor que teníamos. Tenía sólo 46 años y a su muerte, aparentemente por sobredosis, había producido una carrera que ya era monumental», escribe el crítico de cine del New York Times, A. O. Scott.

«Éste es uno de esos momentos en que dices ‘esto no debería estar pasando’. Era tan joven, tenía tanto talento y estaba haciendo tantas cosas… Tenía tanto por lo que vivir», dijo Robert De Niro.