PREMIO LOEWE

«La poesía significa contrapoder»

Antonio Lucas recibe el galardón por su quinto libro, ‘Los desengaños’

«Uno no decide el libro que escribe. Decide el que no escribe, en todo caso. Puedes traer alguna idea en la cabeza pero, después, cada poema trae su galope y te lleva a lugares más atractivos, quizá, de lo que hubieras esperado».

Antonio Lucas (Madrid, 1976) traía su idea en la cabeza, escribir un libro del descontento. «La paradoja es que ese libro que partía de varias sensaciones de fracaso se lleva el triunfo más importante que podía esperar». Los desengaños, el quinto libro de poemas del periodista de EL MUNDO, recibió ayer el Premio Loewe de Poesía, dotado con 20.000 euros. En marzo, llegará a las librerías con el sello de Visor y su medalla de cuero en la faja.

Volvamos a los fracasos: «Aquí aparece una crisis sentimental; y también aparece otra ruptura, con el presente. Un sentirse fuera de sitio en el país y en el momento en que vivimos. Un sentirse agraviado con la estafa en la que vivimos y en la que nos hemos dejado meter. Una sensación de fracaso colectivo...».

«Tenía la ambición», continúa Lucas, «de ir un paso más allá que en los anteriores libros, sobre todo, ir más allá de Los mundos contrarios [su anterior obra, publicada por Visor en 2009]. Quería incluir un ingrediente nuevo, hasta ahora yo había escrito poemas más emocionales que reflexivos. Pero ahora se ha impuesto el presente, incluso la actualidad, con toda su crudeza, con su tristeza, incluso. No pretendía hacer poesía social ni aparecer como indignado, eso no me interesa nada. Pero sí quería que fuesen los poemas de un hombre alerta».

¿Y qué riesgos se corren cuando se escribe sobre el fracaso, sobre el fracaso colectivo? «La sentimentalidad, la quincallería, la autocompasión... Por ejemplo: es verdad que Los desengaños no responde a momentos muy radiantes, pero es un libro de fondo muy entusiasta, de impulso luminoso, de creer que en la poesía podemos encontrar territorios salvadores. He sido muy feliz escribiendo este libro».

También los que vivimos cerca de Lucas tenemos que descifrar esa paradoja: por un lado está el colega risueño y encantador, que, cuando expresa sus desencantos, ofrece en el acto una broma para relativizar, un cachito de autoparodia para esquivar cualquier atisbo de solemnidad. Después, aparece el autor de poemas bastante tremendos, a veces angustiados, a veces furiosos. Y aquí es donde alguien se acordará de que su tercer libro se llamaba Las máscaras. «La poesía es la salud mental: el amarre, el punto de fuga, la biografía íntima... Pero no es un juego de reflejos: uno es el mismo siempre».

«Lo peor que puede pasar en la poesía es el fingimiento», continúa Lucas; «hablar de amor y de dolor sin sentirlo. Además, la poesía es muy orgánica en ese sentido; si no llevan verdad dentro, en seguida se nota». Por eso, el autor de Los desengaños cree que su voz «es reconocible» para los que hayan leído sus anteriores libros. «En realidad, sólo hay un pequeño registro nuevo, un ingrediente más. Pero está la misma voluntad de crear imágenes, el mismo impulso irracionalista...».

«¿Si un desconocido me preguntara qué tipo de poeta soy? En realidad, escribo de los temas clásicos de hace 2.000 años: el amor, el tiempo, la muerte. Hay una obsesión por hacer imágenes de esos temas… Y ahora hay un ‘asunto generacional’, que comentaba esta mañana [por ayer] con Elena Medel [que recibió el premio de creación joven de Poesía Loewe]: el presente está muy implicado en lo que escribimos, hemos redescubierto el gesto de rebeldía y de contrapoder que significa la poesía».

¿Y hay viaje de vuelta posible a aquel poeta joven netamente surrealista? «No creo, pero la verdad es que me llevo muy bien con los poemas de Antes del mundo [Rialp, 1996], los que escribí cuando tenía 17 años. Muchas veces añoro escribir como lo hacía en esa época, ese despeinarte la melena, ser un inconsciente absolutamente libre. Supongo que ya no es posible, pero...».

«Hombre alerta», «fracaso colectivo», «sentido del presente», voluntad de «contrapoder»… De modo que el periodismo ha invadido la poesía de Antonio Lucas, igual que la poesía invadió su periodismo. «El periodismo, estar aquí, en la redacción, vivendo este mundo nuestro tan febril por dentro, es muy estimulante para mí. Los problemas se renuevan cada día y aprendes cosas. Aquí soy un redactor más, un tipo de batalla. Y me gusta. Los premios son un impulso, sin duda, pero no hago de ese grato azar un combustible de vanidad. Sería una cretinez».

>Vea hoy en EL MUNDO en Orbyt el retrato de Antonio Lucas, por Julio Rey.

Fuera de sitio

Imagina que el tiempo sólo es lo que amas:

unas pocas palabras, unos seres exactos,

unas horas muy lisas, una playa (quizá)

donde el daño no acecha.

Imagina la vida como no lo es ahora,

no quiero decir como algo perfecto,

sino un resplandor, cierto abril de muy lejos,

un tributo al azar sin otro destino

que el confín fugitivo de un eco sin rostro.

Y después cualquier cosa.

Con qué precisión va la edad hilvanando el espino.

Y qué extraña la urgencia de ir en pie hasta la ola,

celebrar lentamente que aniquile mi huella,

mi escritura de hombre, mi certeza de surco,

ser la alta misión de lo que nunca concluye como no cierra el mar su recado en la orilla.

Pero no es estar quieto la razón ni la meta,

sino un querer más pequeño, una conquista más clara:

ver la vida llegar de su noche a tu noche

en un cuerpo ajeno,

pronunciar su silencio,

abrazar su alambrada,

desear su vacío,

delirar sin camino, sin mapa, sin fuego,

hasta el tiempo sin tiempo

del país que no haremos. (7-III-2013)

Poema inédito de ‘Los desengaños’ que editará Visor